PREPARACIÓN DE LICORES
Para preparar licores se puede emplear una base alcohólica anisada (existen preparados comerciales especiales para licores o se puede hacer mezclando a partes iguales anís seco y dulce) o una base de orujo (haciendo un almíbar hirviendo durante cinco minutos medio kilo de azúcar con un cuarto de litro de agua y añadiendo después un litro de aguardiente de orujo).
Como norma general, para elaborar un licor, se rellena un recipiente (botella, tarro o frasco esterilizado) hasta algo más de la tercera parte de su volumen con las frutas elegidas y después se rellena con la base de orujo o anisado. Se almacena en un lugar seco, fresco y oscuro y se deja macerar entre seis meses (frutos carnosos, blandos y pequeños como las moras) y un año (hiervas como hinojo, marrubio o romero y frutos duros como el escaramujo). Después se filtra con ayuda de un colador, embudo y un paño limpio y se guarda en los recipientes definitivos.
A los licores se les pueden añadir otros ingredientes para dar sabor y “toques especiales”. Para ello, se puede introducir algo de canela o vainilla en rama, unos granos de café o alguna planta aromática.
En el caso del licor de hierbas, recomendamos elaborarlo con una base alcohólica de orujo (como la que se describe al inicio), sobre la que se añaden ramitas (secas o frescas) de las siguientes plantas hasta llenar la botella con las ramas no muy apretadas: romero, tomillo, orégano mejorana, hinojo, bayas de enebro, té de roca, santolina, palulú, ajedrea, perpetua y otras plantas aromáticas que se pueden recolectar en el campo. Es interesante preparar el licor de hierba con las plantas que crecen de manera natural en cada territorio, para obtener sabores “únicos”.
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