Parque Agrario Fuenlabrada

Parque Agrario Fuenlabrada

La agricultura periurbana como motor de desarrollo local

Ayuntamiento de Fuenlabrada

Sabías que... Historia de Fuenlabrada 1.2

En Fuenlabrada, según el Catastro de Ensenada (1749-1756), el suelo dedicado a la huerta no superaba las 7 fanegas, mientras que el suelo de cultivos de secano superaba las 5.500 fanegas. La huerta que hoy conocemos llegaría mucho más tarde.

De acuerdo con las Repuestas Generales sabemos que el 77% del término municipal estaba ocupado por las tierras de pan llevar o calvas, dedicadas al cultivo de cereales de secano. Predominantemente se sembraba trigo, cebada, centeno y avena, junto a garbanzos y guisantes sobre algunos barbechos; en menor proporción, el término contaba con plantaciones arbóreas de olivo y algunos algarrobos, y con tierras de viñedo, así como con retamares para carboneo y cisco, combustible de los hornos de pan, en buena parte abastecedores de la demanda de Madrid.

La tierra de regadío en forma de huertas de primera y segunda calidad ocupaba por entonces corta superficie sobre las tierras húmedas del paraje de Fregacedos. Había también unas pocas fanegas de alameda, recién plantadas según las noticias catastrales, informando el concejo que tal plantación se había hecho en cumplimiento de las órdenes de S.M., probablemente el decreto de montes y plantíos de 1747, que obligaba a la plantación de pinos y encinas en un cinturón de 20 leguas alrededor de la capital (Manuel Val-dés, 1995), pero que en Fuenlabrada, dadas sus características edáficas, puede que fueran álamos sobre los suelos más frescos (tabla 1).

Fuente: Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, año 1753.

La productividad y variedad de los cultivos estaban limitadas por las condiciones climáticas y edáficas de amplias áreas de la meseta meridional, lo que obligaba a un sistema de cultivo extensivo, de año y vez, con barbechos eminentemente blancos, a pesar de la cercanía a Madrid, que demandaba importantes cantidades de alimentos de los pueblos próximos. El resto de los aprovechamientos agrarios recaía sobre las tierras concejiles, integradas por la dehesa boyal, con pastos de uso reservado estrictamente a los animales de labor y en general de aprovechamiento común para los vecinos del pueblo, y algo más de 100 fanegas de prados para el pasto para el ganado. Así los nombra el catastro: Valdeserrano, Valdeondillo, Valdeortelanos, Valde-lasfuentes, la Aldehuela, Fregacedos y Loranca, “(…) que componen como noventa fanegas”, a las que se sumarían las 20 fanegas de la mitad del “pardo llamado Acedinos”.

La proporción de la superficie cultivada de trigo y cebada parece que fluctuó en función de las necesidades de la capital. Mientras que durante el siglo XVI la demanda urbana generó un aumento de la producción de trigo, en la siguiente centuria predominó el cultivo de cebada para alimentar el creciente ganado de la Villa y Corte (García, 2008a:352). En 1581 con el fin de de asegurar este abastecimiento a Madrid, se obligó a los pueblos situados a 12 leguas de la capital a aportar una determinada cantidad de pan a un precio fijo, imposición que se convertiría en una pesada carga para los vecinos, ya que reducía las posibilidades de obtener mayores beneficios, principalmente en épocas en las que la escasez podía generar un fuerte incremento de los pre-cios (Domínguez,1979:702).

La información del Catastro permite reconstruir también, con relativa precisión, las cargas que soportaba la sociedad fuenlabreña en relación con la fiscalidad eclesiástica. La Iglesia, que tuvo un papel económico muy importante en la sociedad del Antiguo Régimen, se nutría de la existen-cia de un aparato fiscal propio, con los ingresos obtenidos por diezmos y primicias de la produc-ción agropecuaria, de las rentas de sus bienes patrimoniales y, en menor medida, de las limos-nas a pie de altar y por los oficios religiosos cele-brados. Las primicias generalmente consistían en entregas en especie, así como los diezmos de menudos, que correspondían a las hortalizas y a las aves de corral. En Fuenlabrada, según las Res-puestas Generales, un clero numeroso, que cons-tituía casi el 3% de los vecinos, ejercía un impor-tante control económico sobre las cosechas y el ganado, exceptuando el de labor, a través del cobro de los diezmos.

La actividad agraria era predominantemente extensiva, de carácter orgánico, basada en el trabajo con ganado de labor de mulos, bueyes y asnos, en explotaciones familiares o minifundis-tas, aunque con la presencia también de algunas explotaciones grandes, tanto de residentes como, sobre todo, de forasteros, casi siempre arrendadas, lo que explica el elevado número de jornales censados, y orientada tanto a la autosu-ficiencia local como a la producción de exceden-tes para el abasto de la Corte, en un contexto general de escasez de agua y de pobreza rural bastante extendida.

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